domingo, 3 de junio de 2007

Resumen del Encuentro de Párrocos 2007

Encuentro anual de

Párrocos y vicarios parroquiales

- Jueves 22 de marzo del 2007

-15 hs

-Casa de Ejercicios

Ntra. Sra. de la Divina Providencia

“Discípulos y misioneros

de Jesucristo, para que nuestros pueblos en El tengan vida”

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14, 6)

Oración en preparación a la V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe

Señor Jesucristo, Camino, Verdad y vida,
rostro humano de Dios y rostro divino del hombre,
enciende en nuestros corazones
el amor al Padre que está en el cielo
y la alegría de ser cristianos.

Ven a nuestro encuentro
y guía nuestros pasos
para seguirte y amarte
en la comunión de tu Iglesia,
celebrando y viviendo
el don de la Eucaristía,
cargando con nuestra cruz,
y urgidos por tu envío.

Danos siempre el fuego
de tu Santo Espíritu,
que ilumine nuestras mentes
y despierte entre nosotros
el deseo de contemplarte,
el amor a los hermanos,
sobre todo a los afligidos,
y el ardor por anunciarte
al inicio de este siglo.

Discípulos y misioneros tuyos,
queremos remar mar adentro,
para que nuestros pueblos
tengan en Ti vida abundante,
y con solidaridad construyan
la fraternidad y la paz.

Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!

María, Madre de la Iglesia,
ruega por nosotros.
Amén.

Dialogo de BENEDICTO XVI con los seminaristas del seminario mayor de Roma
CON LOS SEMINARISTAS Sábado 17 de febrero de 2007

MARCO CECCARELLI: DIÓCESIS DE ROMA, diácono (será ordenado sacerdote el próximo 29 de abril) Santidad, en los próximos meses mis compañeros y yo seremos ordenados sacerdotes. Pasaremos de una vida bien estructurada por las reglas del seminario a la situación mucho más compleja de nuestras parroquias. ¿Qué consejos nos da para vivir lo mejor posible el inicio de nuestro ministerio presbiteral?

“Aquí en el seminario tenéis una vida bien articulada. Yo diría, como primer punto, que también en la vida de los pastores de la Iglesia, en la vida diaria del sacerdote, es importante conservar, en la medida de lo posible, un cierto orden: que nunca falte la misa; sin la Eucaristía un día es incompleto; por eso, crecemos ya en el seminario con esta liturgia diaria. Me parece muy importante que sintamos la necesidad de estar con el Señor en la Eucaristía, que no sea un deber profesional, sino que sea realmente un deber sentido interiormente, que nunca falte la Eucaristía.

El otro punto importante es tomar tiempo para la liturgia de la Horas, y así para esta libertad interior: con todas las cargas que llevamos, esta liturgia nos libera y nos ayuda también a estar más abiertos, a estar en contacto más profundo con el Señor. Naturalmente, debemos hacer todo lo que exige la vida pastoral, la vida de un vicario parroquial, de un párroco o de los demás oficios sacerdotales. Pero no conviene olvidar nunca estos puntos fijos, que son la Eucaristía y la liturgia de las Horas, para tener durante el día cierto orden, pues, como dije al inicio, no debemos estar inventando cada día. Hemos aprendido: "Serva ordinem et ordo servabit te". Esas palabras encierran una gran verdad.

Asimismo, es importante no descuidar la comunión con los demás sacerdotes, con los compañeros de camino; y no descuidar el contacto personal con la palabra de Dios, la meditación. ¿Qué hacer? Yo tengo una receta bastante sencilla: combinar la preparación de la homilía dominical con la meditación personal, para lograr que estas palabras no sólo estén dirigidas a los demás, sino que realmente sean palabras dichas por el Señor a mí mismo, y maduradas en una conversación personal con el Señor. Para que esto sea posible, mi consejo consiste en comenzar ya el lunes, porque si se comienza el sábado es demasiado tarde: así la preparación resulta apresurada, y tal vez falte la inspiración, porque hay otras cosas en la cabeza. Por eso, ya el lunes conviene leer sencillamente las lecturas del domingo siguiente, que tal vez parecen inaccesibles, como las piedras de Massá y Meribá, ante las cuales Moisés dice: "Pero, ¿cómo puede brotar agua de estas piedras?".

Dejemos que el corazón digiera estas lecturas. En el subconsciente las palabras trabajan y cada día vuelven un poco. Obviamente, también hay que consultar libros, si es posible. Con este trabajo interior, día tras día, se ve cómo poco a poco va madurando una respuesta, poco a poco se abre esta palabra, se convierte en palabra para mí. Y dado que soy un contemporáneo, también se convierte en palabra para los demás. Luego puedo comenzar a traducir lo que veo en mi lenguaje teológico al lenguaje de los demás; sin embargo, el pensamiento fundamental es el mismo para los demás y para mí.

Así se puede tener un encuentro permanente, silencioso, con la Palabra, que no requiere mucho tiempo, tiempo que tal vez no tenemos. Pero reservadle un poco de tiempo: así no sólo madura una homilía para el domingo, para los demás, sino que también nuestro propio corazón es tocado por la palabra del Señor. Permanezcamos en contacto también en una situación donde tal vez disponemos de poco tiempo.

Ahora no me atrevo a dar demasiados consejos, porque la vida en la gran ciudad de Roma es un poco diversa de la que yo viví hace cincuenta y cinco años en Baviera. Pero creo que lo esencial es precisamente esto: Eucaristía, liturgia de las Horas, oración y conversación con el Señor cada día, aunque sea breve, sobre sus Palabras que debo anunciar. No hay que descuidar nunca la amistad con los sacerdotes, la escucha de la voz de la Iglesia viva y, naturalmente, la disponibilidad con respecto a las personas que nos han sido encomendadas, porque precisamente de estas personas, con sus sufrimientos, con sus experiencias de fe, con sus dudas y dificultades, podemos aprender a buscar y encontrar a Dios, encontrar a nuestro Señor Jesucristo”.

Trabajo Grupal:

  1. Leer en pequeños grupos
  2. Dialogar sobre el mensaje del Papa en relación con nuestra labor en la pastoral parroquial.
  3. Elaborar una conclusión para compartir en el plenario

Misión orionita en la Parroquia

a) Capítulo General

La Congregación se abrirá cada vez más a la misión en las parroquias: crecerá, por lo tanto, el número de los religiosos que están insertos en esta pastoral. Cada Provincia, por lo tanto, lleva a cumplimiento con urgencia el proyecto orionita de pastoral parroquial cuidando:

a) La formación específica orionita de los párrocos y de los colaboradores, a fin de que sean conscientes que son parte de una comunidad religiosa;

b) La elección preferencial de los ambientes populares y periféricos (cfr. Norma, 132);

c) La aplicación de los siguientes aspectos típicamente orionitas:

- privilegiar actividades para los necesitados del territorio;

- trabajar en la realidad de la pobreza también en tierra de misión;

- cultivar y privilegiar la presencia de los jóvenes cuidando la vocación humana y cristiana abierta también a la consagración;- promover un ministerio laical más amplio en la esfera eclesial y en las realidades temporales;

- sostener más intensamente la espiritualidad del Movimiento Laical Orionita;

- educar a una adhesión filial en lo que respecta al magisterio del Papa y de los Obispos;

- colocarse en sintonía con el proyecto pastoral de la Iglesia local;

- promover, en conjunto con la nueva evangelización, una pastoral misionera hacia los alejados y los no cristianos presentes en el territorio”.

b) Asamblea Provincial:

Acción 1

Elaborar el proyecto provincial de pastoral parroquial

Aplicación

Provincia religiosa

Responsable

Secretariado parroquial

Plazo

Elaboración: 2005-2007 - Implementación: 2008-2010

Acción 2

Jornada de formación para agentes de pastoral parroquial.

Aplicación

Nivel zonal

Responsable

Secretariado parroquial

Plazo

Anual

Acción 3

Para realizar la programación de las actividades pastorales y caritativas convocar al comienzo y al final de cada año en el consejo de pastoral parroquial a no menos de dos representantes cualificados del colegio y del cottolengo

Aplicación

Nivel local

Responsable

Superior local junto con el Párroco

Plazo

Al comienzo y final de cada año

Propuesta de trabajo 2006-2008

Año 2006 : Analizar la realidad de nuestras parroquias

(Marco de la realidad)

1

2

3

4

5

6

Inicio del camino con los párrocos

-Consulta a los consejos

-Encuestas

Documento de trabajo

Reflexión y aportes en el encuentro

Aportes de los párrocos

por mail

Marco 1:

La realidad de nuestras Parroquias

marzo

mayo a julio

agosto

setiembre

octubre

diciembre

Año 2007: Iluminar con la Palabra de Dios: Biblia, Magisterio, Tradición

(Marco doctrinal)

7

8

9

10

11

Reunión con los párrocos

Trabajo de reflexión

en los consejos de pastoral

de las parroquias:

La Parroquia Orionina”

Encuentro de agentes de pastoral parroquial.

Aportes de los párrocos

por mail

Marco 2:

La Parroquia orionina”

22 de marzo

julio

8 y 9 setiembre

octubre

noviembre

Año 2008 : Priorizar criterios y acciones de la pastoral parroquial orionina

(Lineamientos pastorales)

12

13

14

15

16

17

18

Reunión con los párrocos

Trabajo

en las parroquias

Encuentro de agentes de pastoral parroquial.

Aportes de los párrocos

por mail

Doc 3:

Lineamientos

Aprobación

del documento completo por el Consejo Provincial

-Publicación

-Implementación

-Evaluación

marzo

junio a julio

setiembre

octubre

noviembre

diciembre

2009

Apéndice: Mirada de Benedicto XVI

sobre la realidad de América Latina

Discurso a los participantes de la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina

Señores Cardenales,

Queridos hermanos en el Episcopado:

Me da mucha alegría recibir y saludar con afecto a los Consejeros y Miembros de la Pontificia Comisión para América Latina con ocasión de su Reunión Plenaria. Agradezco a su Presidente, el Cardenal Giovanni Battista Re, sus amables palabras que expresan el sentir de todos vosotros y el deseo profundo de renovar vuestro compromiso de servir, cum Petro et sub Petro, a la Iglesia que peregrina en América Latina, siguiendo el ejemplo de Cristo, el Buen Pastor, que ama y se entrega por sus ovejas.

Pensando en los desafíos que al inicio de este tercer milenio se plantean ala Evangelización, se ha escogido como tema de reflexión este encuentro "La familia y la educación cristiana en América Latina", muy en consonancia con el inolvidable Encuentro Mundial de las Familias el pasado verano en Valencia, España. Fue un hermoso acontecimiento que pude compartir con familias católicas de todo el mundo, muchas de ellas latinoamericanas.

Vuestra presencia aquí me hace pensar en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que he convocado en Aparecida, Brasil, y que tendré el gusto de inaugurar. Pido al Espíritu Santo, que asiste siempre a su Iglesia, que la gloria de Dios Padre misericordioso y la presencia pascual de su Hijo iluminen y guíen los trabajos de este importante evento eclesial a fin de que sea signo, testimonio y fuerza de comunión para toda la Iglesia en América Latina.

Esta Conferencia, en continuidad con las cuatro anteriores, está llamada a dar un renovado impulso a la Evangelización en esa vasta región del mundo eminentemente católica, en la que vive una gran parte de la comunidad de los creyentes. Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones.

Al mismo tiempo, se ha de reconocer y defender siempre la dignidad de cada ser humano como criterio fundamental de los proyectos sociales, culturales y económicos, que ayuden a construir la historia según el designio de Dios. En efecto, la historia latinoamericana ofrece multitud de testimonios de hombres y mujeres que han seguido fielmente a Cristo de un modo tan radical que, llenos de ese fuego divino que lo consume todo, han forjado la identidad cristiana de sus pueblos. Su vida es un ejemplo y una invitación a seguir sus pasos.

La Iglesia en América Latina afronta enormes desafíos: el cambio cultural generado por una comunicación social que marca los modos de pensar y las costumbres de millones de personas; los flujos migratorios, con tantas repercusiones en la vida familiar y en la práctica religiosa en los nuevos ambientes; la reaparición de interrogantes sobre cómo los pueblos han de asumir su memoria histórica y su futuro democrático; la globalización, el secularismo, la pobreza creciente y el deterioro ecológico, sobre todo en las grandes ciudades, así como la violencia y el narcotráfico.

Ante todo ello, se ve la necesidad urgente de una nueva Evangelización, que nos impulse a profundizar en los valores de nuestra fe, para que sean savia y configuren la identidad de esos amados pueblos que un día recibieron la luz del Evangelio. Por ello resulta oportuno el tema elegido como guía para las reflexiones de dicha Conferencia: Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. En efecto, la V Conferencia ha de fomentar que todo cristiano se convierta en un verdadero discípulo de Jesucristo, enviado por Él como apóstol, y como decía el Papa Juan Pablo II, "no de re-evangelización sino de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión", a fin de que la Buena Noticia arraigue en la vida y en la conciencia de todos los hombres y mujeres de América Latina (Discurso en la apertura de la XIX Asamblea del Consejo del Episcopado Latinoamericano. Port-au-Prince, Haití, 9 marzo1983).

Queridos Hermanos: los hombres y mujeres de América Latina tienen una gran sed de Dios. Cuando en la vida de las comunidades se produce un sentimiento como de orfandad respecto a Dios Padre, es vital la labor de los Obispos, sacerdotes y demás agentes de pastoral, que den testimonio, como Cristo, de que el Padre es siempre Amor providente que se ha revelado en su Hijo. Cuando la fe no se alimenta de la oración y meditación de la Palabra divina; cuando la vida sacramental languidece, entonces prosperan las sectas y los nuevos grupos pseudo religiosos, provocando el alejamiento de la Iglesia por parte de muchos católicos. Al no recibir éstos respuestas a sus aspiraciones más hondas, que podrían encontrarse en la vida de fe compartida, se producen también situaciones de vacío espiritual. En la labor evangelizadora es fundamental recordar siempre que el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo en Pentecostés, y que ese mismo Espíritu sigue impulsando la vida de la Iglesia. Por eso es importante el sentido de pertenencia eclesial, donde el cristiano crece y madura en la comunión con sus hermanos, hijos de un mismo Dios y Padre.

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14,6). Como señalaba mi venerado predecesor Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America, "Jesucristo es, pues, la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida ya los interrogantes fundamentales que asedian también hoy a tantos hombres y mujeres del continente americano" (n. 10). Sólo viviendo intensamente su amor a Jesucristo y entregándose generosamente al servicio de la caridad, sus discípulos serán testigos elocuentes y creíbles del inmenso amor de Dios por cada ser humano. De esta manera, amando con el mismo amor de Dios, llegarán a ser agentes de la transformación del mundo, instaurando en él una nueva civilización, que el querido Papa Pablo VI llamaba justamente "la civilización del amor" (cf. Discurso en la clausura del Año Santo, 25 diciembre 1975).

Para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe es importante que los cristianos profundicen y asuman el estilo de vida propio de los discípulos de Jesús: sencillo y alegre, con una fe sólida arraigada en lo más íntimo de su corazón y alimentada por la oración y los sacramentos. En efecto, la fe cristiana se nutre sobre todo de la celebración dominical de la Eucaristía, en la cual se realiza un encuentro comunitario, único y especial con Cristo, con su vida y su palabra.

El verdadero discípulo crece y madura en la familia, en la comunidad parroquial y diocesana; se convierte en misionero cuando anuncia la persona de Cristo y su Evangelio en todos los ambientes: la escuela, la economía, la cultura, la política y los medios de comunicación social. De modo especial, los frecuentes fenómenos de explotación e injusticia, de corrupción y violencia, son una llamada apremiante para que los cristianos vivan con coherencia su fe y se esfuercen por recibir una sólida formación doctrinal y espiritual, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, más humana y cristiana.

Es un deber importante alentar a los cristianos que, animados por su espíritu de fe y caridad, trabajan incansablemente para ofrecer nuevas oportunidades a quienes se encuentran en la pobreza o en las zonas periféricas más abandonadas, para que puedan ser protagonistas activos de su propio desarrollo, llevándoles un mensaje de fe, de esperanza y de solidaridad.

Para terminar, vuelvo al tema de vuestro encuentro de estos días sobre la familia cristiana, lugar privilegiado para vivir y transmitir la fe y las virtudes. En el hogar se custodia el patrimonio de la fe; en él los hijos reciben el don de la vida, se sienten amados tal como son y aprenden los valores que les ayudarán a vivir como hijos de Dios. De esta manera, la familia, acogiendo el don de la vida, se convierte en el ambiente propicio para responder al don de la vocación (cf. Alocución en el Ángelus, Valencia, 8 julio 2006), especialmente ahora en que se siente tanto la necesidad de que el Señor envíe trabajadores a su mies.

Pidamos a María, modelo de madre en la Sagrada Familia y Madre de la Iglesia, Estrella de la Evangelización, que guíe con su intercesión maternal a las comunidades eclesiales de Latinoamérica y el Caribe, y asista a los participantes en la V Conferencia para que encuentren los caminos más apropiados a fin de que aquellos pueblos tengan vida en Cristo y construyan, en el llamado "Continente de la esperanza", un futuro digno para todo hombre y mujer. Os aliento a todos en vuestros trabajos y os imparto de corazón mi Bendición Apostólica.

Benedicto XVI

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